señores de la guerra no cuenten los muertos ni los llantos ni los esclavos
600 mil, tres millones cien mil al día miles de millones o seguimos contando...
señores cómplices no sigan vendiendo no sigan comprando el último misil la última tecnología mortífera
no sigan acumulando dinero, riqueza
señores mandatarios del engaño que se venden al más adinerado postor para traicionar al pueblo, para
amasar riquezas corromper la información y aniquilar toda forma de vida que entienda la vida
señores traigo el arma más sofisticada que imaginarse pueda
traigo aquí señores el arma del amor
no la compren no está en venta, pero va a ser usada
para que Uds. vean cómo se mueve el mundo como una mota de polvo en el cosmos
cómo el amor estalla explosiona y se expande
cómo ramifica los océanos las colinas los volcanes los arrecifes y se expande entre los musgos el corazón de los amaneceres y siembra caricias entre los caídos entre los muertos y el refulgir de la aurora
traigo aquí señores un arma letal que difumina el núcleo atómico de los opresores, para dar cabida a los oprimidos los engañados los desalojados, traigo
al pueblo entero al ser despierto, traigo
la revolución al ser humano traigo, y traigo la alondra, la golondrina el jilguero, el ruiseñor, traigo la espiga, la flor la roca, el arroyo el arrullo, la nana el viento, la brisa la danza, la sonrisa el canto entero, traigo
qué más traigo, señor...
traigo el amor en dorso en costado, enfrente, el amor en sentir en clamor en almácigo en espiga en tibio clamor en galopante inconmensurable clamor
el mundo entero traigo aquí con su universo de amor
denle forma cabida, entuerto y háganle sitio, que en él habrá sitio para todos Fernando Bellido. Granada/Octubre-2006 |