...Ay de quien piense entender la poesía. El río en la mar, el hombre en duelo. El gran dolor, el hombre, poseer la tierra. El hombre pequeñito, de papel. Renacer, entrenacer, piedra, viento, ola, fuego, hombre, vida verdadera. Hombre solo, simple niño andando. El amor, la muerte, la redención del hombre El hombre, el cuerpo, un volumen, un sistema, una máquina, un mapa negro, un hueco negro, sin tierras, sin ojeras, gesto reflejado; arrastrado por el río, dolorido, en la arena sepultado, más allá una frente, un brazo, el pecho; un remolino de plumas, un aullido, una humedad morada, asoleada cuerda. Cuerpo divino, de Dios abandonado, llama anaranjada, luz negra, arena quemada, por el muro, a lo largo del muro, hierve, sangra, cayendo, uno a uno, serpiente ondulando, aullando, reverso de la luz para medir la exactitud del agua. Cada hombre contiene una palabra retenida en el interior de su pupila, un canto inexprimido que ha entrelazado en su garganta un torrente de suspiros. Pasto de perros y de aves, somos hombres calcinados, cortezas vacías de lo que antes éramos.
Agranda, Enigma, tus portones, entraremos, de cabeza contra el dolor, contra la muerte, fuego encendido contra la noche oscura, golpe de amor en la cara del miedo.
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