No hay capitalismo sin enajenación política, no hay capitalismo sin barbarie y terreno flojo, no hay capitalismo sin niños ni jóvenes asfixiados, no hay capitalismo sin jóvenes en alto riesgo (o bajo una infernal sombra de plástico), no hay capitalismo sin transa acomodando todo, no hay capitalismo sin funcionarios rápidos (especialistas en tirar el bulto camino abajo), no hay capitalismo sin encierro y humo y gente hacinada, herida y pisoteada, no hay capitalismo sin gente cayendo a oscuras, no hay capitalismo que pueda abrir la boca sucia, en la noche en que se ve todo, desnuda todo, a pozo abierto y en llaga viva. Eduardo Dalter |