desangrémonos en Hiroshima en Nueva York en Falluja en Gaza en Madrid en Londres
desangrémonos todos
en las costillas de los hambrientos en los cuchillos de los desesperados en los quicios de la ONU en los soportales de la Justicia
desangremos
un ácido que disuelva el metal de los cañones y un parlamento que ordene justicia desangremos
una lluvia fina un diluvio universal en esta tierra maltratada por el silbido de las balas
desangrémonos todos
hasta que florezcan campos pueblos continentes que despierten hacia un nuevo mundo
Fernando Bellido/Agosto-2005 |