Cuando vuelva el niño Jesús me iré volando con él en alas de colibrí revoloteando vientos llantos y alegrías. Beberé lágrimas y secaré rostros con mis labios. Escucharé quejidos y risas jugando con los pájaros. Y no seremos huérfanos. El sol será el camino y nuestros cuerpos de luz entrarán en orificios de tierra y carne. Surfiaremos en la sangre de los corazones y no seremos náufragos de tristezas. Escribiré una carta: Cuando vuelvas niño Jesús te pido que volemos en alas de colibrí y por favor nunca más desaparezcas. Gregorio Riveros |