Estaba yo en las calles mirándome en la niebla y vi entre las simples una joven de mucho juicio que iba tal vez camino de su casa...
Akerópita se llamaba la dulce tierna verde panterita que encontré en la nieve y aún después de siglos deletreo su nombre No pintada de mano Non dipinta da mano —me decía— ¿Es decir cómo? ¡Pintada por los dioses!
Por eso va conmigo de mano de los sueños de sus ojos Nunca el Café Bottini más azul o más alegremente torinés
Si acaso algún día caminante pasas por Vercelli – donde supe que vivía – y lo encuentras despierto iluminado es porque ella vive todavía Pablo Mora
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