Todos hemos nacido para ser Navegantes en una travesía De segundos, minutos, horas, días Que sumarán y se verán caer
En la limpieza o en la porquería: En el limpio corazón de una mujer O en la sucia minucia de no ser Su hijo, su hermano, su novio, su guía;
No ser el que recibe y da su canto, No ser el que recibe y da su estambre, No ser el que recibe y da su llanto,
No ser el que procura calmar su hambre De siglos ya convertido en espanto: Y hacer, junto con ella, un solo enjambre.
Julio Carmona
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